Carnaval es motivo de celebración, comparsas y alegría en casi cualquier parte del mundo, pero en el estado Bolívar tiene una connotación histórica muy especial, pues habla de una herencia, de una fusión y de una forma de compartir y expresarse muy propia de esta región, la cual está llena de los sonidos del calipso y de personajes únicos del lugar, especialmente las Madamas y los Medio Pinto; parte del acervo cultural del país que consiguió en el estado más grande, un hogar y un escenario donde desarrollarse.
Las “Madamas” son la representación actual de las mujeres y jovencitas, normalmente afrodescendientes, que llegaron de las Antillas Inglesas con sus coloridos atuendos y una alegría al parecer infinita, acompañando a sus esposos que laboraban con las empresas que venían con la misión de explotar el potencial aurífero de este suelo.
Martinica, Guadalupe y Dominica fueron los principales puntos desde los cuales estas presencias, hoy tan importantes para el pueblo bolivarense, partieron para llegar a este terruño, donde se hicieron parte del paisaje y sinónimo de las festividades carnestolendas para siempre.
La fusión cultural entre los blancos ingleses, franceses y corsos, así como los negros antillanos no se hizo esperar, hasta el punto que el compendio de palabras en lengua extranjera que cada uno aprendía, dio lugar al famoso “patuá” típico de aquellos lares, y que a pesar de que ha perdido fuerza con el tiempo, aún se mantiene como ejemplo del crisol de razas y dialectos que se mezclaron indeleblemente.
El “Medio Pinto” es otra importación antillana que consiguió nueva vida en Bolívar, su origen está basado en la insensibilidad social de la época, pues era una sátira de aquellos seres de baja calaña a los que no se les permitía entrar a determinados lugares o reuniones. En Venezuela, el folklore los presenta como seres pintados de negro que recorren los pueblos luego de la medianoche pidiendo “medio” (moneda de 25 centavos de bolívar) y cantando o contorsionándose para asustar a los poco generosos.
Una comparsa incluye a un número indeterminado de personas que se pasea por las calles vestidos con disfraces o representado a alguno de estos personajes, al ritmo del calipso y como parte de las celebraciones de carnaval; una muestra inequívoca de la alegría y el buen humor que reina en esa parte del país.
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