jueves, 9 de junio de 2016

El arte y la pasión del joropo guayanés

Una mezcla de tradiciones e instrumentos, con sello característico bolivarense es esta versión del joropo tradicional, pero con sentimiento guayanés.

El hijo del gobernador del estado Bolivar
Los bailadores son parte fundamental del conjunto
Foto: ministeriodelaculturabolivar.blogspot.com
Fusión y tradición marcan el desarrollo de uno de los ritmos musicales más arraigados al sureste de Venezuela, el joropo guayanés; una mezcla original como pocas de los sonidos del joropo llanero, música tradicional por excelencia, y el joropo oriental, una versión de la misma expresión sonora desarrollada en las costas más hacia el poniente del país, que se define con elementos de pentagrama e instrumentos propios, por lo que su híbrido posee características muy especiales que lo hacen fácilmente reconocible. 
El hijo del gobernador del estado Bolivar
La bandola de ocho cuerdas es un instrumento definitorio de este género
Foto: youtube.com
La bandola de ocho cuerdas tiene la labor en el joropo guayanés de sustituir al arpa; labor nada sencilla y que requiere grandes habilidades por parte del ejecutante, que se ve en la necesidad de cubrir lo que un instrumento de 36 cuerdas puede lograr. A esta, le acompañan las maracas y el infaltable cuatro, al que se le suma una percusión muy particular, la del golpe de la suela del zapato del bailador contra el piso o la pista de baile, marcando el ritmo y convirtiéndole en parte del conjunto.

El estado Bolívar es lugar de nacimiento de este estilo, más específicamente en Ciudad Bolívar, donde se dice que se encuentran los cultores más acérrimos de esta tradición, que hoy en día mantienen vivo el espíritu de la que se considera como la adaptación de los valores criollos más autóctonos, a la sangre y la cultura del estado más grande de Venezuela, una región que aunque alejada pro la distancia física, es parte de su historia y construcción como patria.

La Burra, un estribillo en modo mayor; el Mocho Hernández, equivalente a la periquera llanera; el Seis Guayanés, una versión del corrido llanero interpretada en modo menor llamada La Josa y el Golpe Patricio, de gran similitud al gabán tocado en los llanos, se tienen como las formas más representativas de este género, que ha sabido evolucionar dentro de sí mismo con la ayuda de sus más destacados ejecutantes.

Su baile es bastante libre y se destaca por la participación tanto del hombre como de la mujer, quienes con su zapateo no solo forman parte de la composición musical, sino que dan vida a las melodías en la pista y crean la imprescindible atmósfera de fiesta y alegría.

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